Las bicicletas eléctricas son un transporte más que contribuye a la movilidad sostenible dentro de las grandes urbes. Hay personas que directamente poseen una en su casa y la utilizan con frecuencia, y otros que prefieren alquilarlas. La diferencia principal respecto a las bicis convencionales es que disponen de pedaleo asistido, de manera que se reduce de una manera considerable el esfuerzo.
La bici eléctrica es un vehículo que lleva incorporado unas baterías eléctricas que es capaz de almacenar la energía, y que suele estar hecha de plomo, de níquel e hidruro metálico, o de ion-litio. En promedio, permite una autonomía de alrededor de 30 kilómetros hasta tener que volver a recargarse de nuevo. Además de este elemento, incluyen otros que las diferencian de sus hermanas convencionales, como, por ejemplo, el motor eléctrico, que suele estar integrado en una de las ruedas, normalmente, en la trasera.
La zona media del vehículo es el lugar más habitual en el que encontrar el acumulador, mientras que, en los pedales, se incluye un sensor que sirve para detectar si el conductor va o no pedaleando. Finalmente, en el manillar se inserta el controlador del sistema, que sirve para visualizar la carga de la batería y regular la intensidad de la asistencia eléctrica. El acelerador suele ser de giro (como el que disponen las motocicletas) o, simplemente, un botón.
Así funciona este vehículo eléctrico de dos ruedas
https://www.youtube.com/embed/Cn5O8wKu8IUHace algunos años, el Parlamento Europeo definió a la bicicleta eléctrica como “un vehículo de dos ruedas de pedaleo asistido, con una potencia igual o inferior a 250 watios (0,34 CV), y que no sobrepasa la velocidad de 25 km/h”. De este modo, aquellos aparatos que no tengan pedaleo asistido o que dispongan de una potencia mayor, entrarán dentro de la consideración legal de motocicletas y ciclomotores, estando sujetos a las normas de tráfico y no pudiendo circular por las vías específicas para la bicicleta. Por su parte, a efectos normativos, las bicicletas eléctricas que cumplan con estos requisitos, tendrán la misma consideración que las convencionales, lo que significa que no deben abonar impuestos ni precisan de seguro obligatorio para circular.
Esta ‘agilidad’ legal en el uso de la bicicleta eléctrica es, de hecho, uno de sus mayores atractivos, ya que el usuario puede gozar de todos los beneficios de la electromovilidad (disfrutar del pedaleo asistido mientras utiliza un medio de transporte limpio, barato y con muy pocos costes de mantenimiento) sin tener que invertir tiempo en la realización de trámites burocráticos que, también, suponen un mayor desembolso económico. Eso sí, a la hora de circular, no es posible hacerlo por la acera, sino que están obligadas a utilizar los carriles bici si están habilitados o, en el caso de que no haya, deberán ir por la calzada como el resto de vehículos a motor.
La velocidad que se puede alcanzar si es de 45 km/h, equivale a 750 W de potencia, según modalidad. Un ciclista ‘amateur’, por regla general, no puede mantener durante mucho tiempo una velocidad sostenida superior a los 100 vatios, que equivaldría a 6 km/h, lo que sirve para ejemplificar la potencia y velocidad de las bicicletas eléctricas. De hecho, esta capacidad de aceleración se logra mediante el sistema ‘pedelecs’, que permite que el motor eléctrico empuje el vehículo sin que el usuario deba realizar un esfuerzo por su parte. Solo a partir de los 25 km/h, si el conductor desea ir más deprisa, tendrá que acompañar el uso de la asistencia eléctrica con sus propias pedaladas.
Otros aspectos positivos de las bicicletas eléctricas
Como sucede con las bicicletas convencionales, existen eléctricas de montaña, de ruta en carretera, plegables o, incluso, para viajar en tándem. Por ello, antes de tomar ninguna decisión de compra, es importante definir para qué se va a utilizar realmente. No es lo mismo usarla para ir a trabajar entre semana por la gran ciudad que para disfrutar de largos paseos por el campo un sábado; al igual que tampoco lo es tener vocación de hacer deporte de alta intensidad o disfrutar de ella mientras se va contemplando el paisaje. Es decir, hay que escoger aquella que satisfaga las necesidades del usuario.
Entre las principales ventajas de las bicicletas eléctricas, cabe destacar que permiten subir fácilmente terrenos con un gran desnivel, además de fomentar la práctica deportiva en gente que no está acostumbrada al ejercicio entre personas de la tercera edad. Además, pueden permitir mejorar el estilo de vida, ya que posibilita alcanzar un equilibrio entre combinar el ejercicio físico diario con las necesidades de movilidad habituales.